Firma digital: qué es, tipos y para qué sirve

La firma digital es un sistema de autenticación cada vez más utilizada por empresas, instituciones y autónomos que desempeñan algún tipo de actividad en Internet o que, sencillamente, han dado el paso hacia la digitalización. ¿Y para qué se utiliza?

Existen diferentes tipos de firma digital. De hecho, cada uno de ellos presenta una serie de riesgos asociados a la privacidad de información y la seguridad del usuario, por lo que es fundamental comprender cómo emplear esta técnica de forma adecuada.

Pero antes de entrar en el grueso del asunto, vamos a ver qué es la firma digital y en qué se diferencia de la firma electrónica.

¿Qué es la firma digital?

La firma digital es un método de autenticación y verificación de identidad; una técnica matemática que se emplea para validar la autenticidad e integridad de un documento u otro tipo de información digitalizada.

Para ello, se establece un vínculo con los datos de determinado documento y los datos personales de una persona física o jurídica. Mediante dos claves separadas, aplica al contenido del mensaje que se desea validar una operación criptográfica, lo que permite:

  • Garantizar la autenticidad del emisor
  • Evitar el repudio del emisor (no puede negar que envió el documento)
  • Garantizar la validez y veracidad del documento
  • Asegurar que el mensaje no ha sido abierto y/o alterado

¿Y qué es una firma electrónica? Aunque a menudo ambos términos se emplean de forma indistinta, no son sinónimos exactamente. Esta última se corresponde con una expresión mucho más genérica y amplia en relación a los datos electrónicos. Es una especie de categoría que recoge, entre otros sistemas, la firma digital.

Es decir, que todas las firmas digitales son electrónicas, pero no todas las firmas electrónicas son, en sí mismas, una firma digital.

Ahora sí: ¿Para qué sirve la firma digital?

¿Qué beneficios aporta este sistema?

Como comentábamos más arriba, la firma digital tiene una serie de cometidos fundamentales: garantizar la autenticidad del emisor, la validez y privacidad del documento, y evitar el repudio por parte del receptor. Veamos exactamente qué significa y por qué es tan importante cada uno de estos puntos.

Integridad de los datos

A la hora de realizar una transferencia de datos, garantizar la integridad de los documentos es imprescindible. Primero, para evitar que el mensaje pueda ser alterado o modificado durante la transferencia, dado que en muchos casos, los documentos saltan de unos dispositivos a otros antes de llegar a su destino, con el riesgo de que puedan alterarse de forma accidental o intencionada.

Y segundo, para garantizar la privacidad de la información, evitando que terceros puedan acceder al mensaje.

Autenticación

Garantizar la privacidad e integridad del mensaje no es lo único a tener en cuenta a la hora de realizar una transferencia. Además, es importante confirmar que el mensaje proviene del emisor del que parece provenir y, para ello, es fundamental contar con un mecanismo capaz de autenticar la fuente.

No repudio

Y por último, cabe la posibilidad de recibir un documento fraudulento y, en estos casos, se debe evitar que el emisor pueda negar el hecho de haberlo enviado. Para ello, la firma digital evita que pueda darse el repudio por parte del emisor.

Otras ventajas

Además de cumplir con estos cometidos, la firma digital es mucho más versátil que la tradicional, puesto que se puede aplicar a una serie de archivos más allá del formato escrito, como películas, música, sonidos… Además, este sistema permite validar documentos por Internet en los que se necesita la firma del autorizado, como son:

  • Solicitud de vida laboral
  • Firmar correos electrónicos
  • Firmar facturas electrónicas
  • Realizar la declaración de la renta en Hacienda
  • Recibir notificaciones electrónicas
  • Firmar contratos

Y a todo ello se suma la posibilidad de realizar trámites de forma telemática, algo que cobra especial importancia en la era digital y con las restricciones impuestas por la pandemia de covid-19.

La firma digital ante la pandemia de covid-19

El uso de la firma electrónica alcanzó picos nunca antes vistos tras la declaración del estado de alarma. Desde marzo de 2020, cada vez más empresas e instituciones hacen uso de este sistema para hacer frente a las restricciones de movilidad y a la implantación del teletrabajo en muchos entornos laborales.

En definitiva, la firma digital es más que nunca una herramienta clave para favorecer las relaciones comerciales y garantizar la continuidad de numerosas pequeñas, medianas y grandes empresas, que necesitan avanzar hacia la digitalización para hacer frente al nuevo panorama socioeconómico.

Tipos de firma digital

Según el reglamento europeo eIDAS, existen tres tipos básicos de firma digital:

Simple

Aquella que se basa en datos en formato electrónico que se encuentran asociados a otros datos electrónicos con una relación lógica, y que emplea el usuario para poder firmar el documento. Este tipo de firma es un elemento de prueba admisible ante un tribunal, pero a menudo debe complementarse con otros documentos o elementos que puedan servir como prueba.

Avanzada

Se trata de la firma que, además de permitir la identificación del firmante, se encuentra vinculada a él de forma exclusiva y ha sido creada a partir de datos de creación que el firmante puede emplear con alto nivel de confianza y bajo su control exclusivo. Además, este tipo de firma permite detectar modificaciones realizadas con posterioridad a la firma.

Al garantizar la identidad del firmante y la integridad del mensaje, esta firma proporciona más garantías legales.

Cualificada

Se crea mediante un dispositivo cualificado de creación de firmas electrónicas. Es decir, que se basa en un certificado cualificado. El efecto jurídico de este tipo de firma electrónica equivale al efecto jurídico de una manuscrita.

En definitiva, la firma electrónica es un documento cada vez más empleado por empresas y organizaciones que deciden avanzar hacia la digitalización para hacer frente a las nuevas necesidades sociales, políticas y económicas. Y, desde marzo de 2020, para afrontar las nuevas restricciones derivadas de la pandemia de covid-19.

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