El investigador es el profesional cuya actividad consiste en indagar, examinar, descubrir y buscar nuevos conocimientos e ideas dentro de un determinado campo de estudio. Para conseguirlo, lleva a cabo actividades que le permitan aumentar su saber, fundamentalmente mediante el método científico.
Tanto en una investigación de tipo empírico como teórica, el método científico de investigación está constituido por una serie de reglas que implican:
- Analizar el problema para determinar lo que se requiere, formulando hipótesis.
- Enunciar preguntas bien formuladas.
- Recaudar hechos más sobresalientes.
- Clasificar datos para encontrar similitudes, secuencias y correlaciones.
- Someterse a prueba para comprobar su relevancia.
- Formular conclusiones por medio de los procesos lógicos de inferencias y razonamientos.
- Preguntarse por que la respuesta es como es.
- Probar y verificar las conclusiones.
A todo esto, se suma la exigencia actual, siempre que la investigación esté financiada, aunque sea parcialmente, con fondos públicos, de cumplir con los requerimientos del Open Data. Simplificando mucho, hay que presentar un Plan de Tratamiento de Datos.
Lo anterior confirma lo que ya se deducía de forma intuitiva: para llevar a cabo una investigación, se debe recopilar gran cantidad de información de distintas fuentes (entrevistas, conferencias, seminarios, talleres, bibliotecas, hemerotecas, archivos, etc.) y ser capaz de gestionarla con el doble objetivo de sustentar el avance de la investigación y cumplir con las nuevas exigencias a nivel de Open Data.
Cabe cuestionarse, por tanto, el apoyo que reciben los investigadores por parte de las instituciones en las que desempeñan sus estudios en relación con sus altas exigencias en gestión documental. Deberían facilitar a sus investigadores las herramientas necesarias para que puedan acceder a la información que requieran para desarrollar su trabajo con las mayores garantías de éxito. Dependiendo de su tipología (universidades, centros de investigación, empresas públicas o privadas, organizaciones sin ánimo de lucro, centros de investigación, etc.), lo habitual es que dispongan ya de unidades de gestión documental propias, como archivos, bibliotecas y centros de documentación, integradas en su organigrama.
Incluso en las instituciones en las que ya existe una política documental, es posible invertir en sistemas de gestión para el mejor aprovechamiento de la documentación. Los sistemas de gestión documental automatizados, unidos a la digitalización de los documentos que conforman el acervo documental de la institución, incluyendo su proceso técnico (descripción, transcripción, identificación de autoridades y asignación de metadatos) y la publicación en sistemas propios y controlados del resultado de las investigaciones favorecerán, indudablemente, el acceso a la información por parte de los investigadores.
Pero no solo eso, el afloramiento del fondo documental propio, accesible incluso a investigadores externos, y la retroalimentación a nuestros investigadores con fuentes propias aumentará nuestro índice de citas y contribuirá a aumentar prestigio de la Institución, sin entrar a valorar la repercusión sobre las actividades de evaluación, certificación y acreditación llevadas a cabo por la ANECA.
Una mayor digitalización y descripción de las colecciones propias ayudará también a minimizar el acceso documentos antiguos, raros, que, por cualquier motivo, fueran especialmente valiosos o irremplazables.
Como último aspecto a valorar, y uno de los más importantes, la inversión en digitalización y en un sistema de gestión documental automatizado permitirá al profesional de la documentación (archivero, bibliotecario o documentalista) desvincularse de labores sin valor añadido como el préstamo de documentos, focalizando sus esfuerzos en estar al día en las prácticas, tecnologías y normativas que puedan mejorar el servicio que prestan a sus usuarios (mejorar el acceso a texto completo a la información, detectar y corregir errores en la identificación y descripción de los fondos y autoridades, expurgar el fondo realizar búsquedas más precisas y exhaustivas, buscar, describir y hacer accesibles las mejores fuentes externas,…), y gestionar su centro documental como una unidad de apoyo al investigador.
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